Leyendo información sobre ciencia, me encontré con la noticia de que la Universidad de los Andes presentó el primer computador cuántico del país al que llamaron Quipu, en honor a un vocablo quechua que significa nudos. Refiere el artículo que hace aproximadamente 1.400 años, algunas culturas utilizaban un peculiar y complejo registro de información en los Andes americanos.
Nos plantea que de un cordón de lana o algodón, colgaban cuerdas pequeñas que formaban nudos en distintas posiciones y combinaciones. Colores y distancias permitían distinguir unidades, decenas o centenas, formando un método de contabilidad y gestión administrativa que aún hoy se estudia.
Los quipus sirvieron a los incas en la toma de decisiones para su imperio, algo similar nos dicen podría ser el “Quipu” presentado por la Universidad de los Andes en Bogotá la semana que acaba de pasar.
El “Quipu” de la universidad tiene una pantalla táctil, un teclado y un pequeño ratón. Posee un complejo entramado de cables, procesadores y circuitos que permiten un procesamiento y almacenamiento de datos a nivel avanzado. El tema es intrigante y me hizo recordar la década de los noventas del siglo anterior donde se hablaba de físicos como Max Planck, Werner Heisenberg y Erwin Schrödinger, entre otros y su discusión de cómo la materia a nivel cuántico no existía sino que tendía a existir. Algo de locos pensaba en ese tiempo.
Por supuesto no soy experto ni pretendo serlo. Escudriñando y curioseando me encuentro que el año 2025 será el Año de la Ciencia y la Tecnología Cuánticas, iniciativa promovida por la comunidad científica internacional para destacar el impacto transformador de esta área aún emergente en diversos sectores de la sociedad.
No voy a entrar en las honduras de su complejidad sino señalar algunas ventajas que ya se destacan, entre ellas las siguientes:
1) Avances en medicina y farmacología, en la medida que la simulación cuántica puede modelar interacciones moleculares con una inusitada precisión, acelerando el desarrollo de nuevos tratamientos para enfermedades complejas (¿se encontrará la cura para el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas?).
2) Innovación industrial: Los sensores cuánticos mejoran procesos en industrias como la exploración petrolera, la agricultura de precisión y la construcción.
3) Velocidad y capacidad computacional: las computadoras cuánticas superan ampliamente a las tradicionales en problemas con grandes volúmenes de datos, como la modelación climática y la optimización logística.
A pesar de la euforia de los tecno-optimistas que celebran con alborozo los desarrollos de esta tecnología, existen riesgos que se deben contemplar, entre ellos: 1) Concentración de poder, pues esta tecnología podría quedar en manos de pocos países o corporaciones, aumentando las desigualdades globales. 2) Amenazas a la seguridad cibernética. 3) Mal uso: podría ser utilizada para espionaje masivo, desarrollo de armas avanzadas y letales. 4) Impactos éticos alrededor de la manipulación genética y la creación de una súper inteligencia artificial.
Para nuestro país esta tecnología ofrece oportunidades. En la educación e investigación si lo hacemos desde ya podría posicionar a nuestra nación como líder regional en esta materia. También esta tecnología podría aplicarse en la agricultura de precisión, elevando la productividad, optimizando los cultivos y reduciendo desperdicios.
Hay desafíos gigantescos en una tecnología que parece de ciencia ficción, no obstante, debemos desde ya reflexionar sobre el impacto de estas innovaciones en el futuro del país y la humanidad.
La tecnología cuántica debe beneficiar a las comunidades más vulnerables y no solo a las élites. Gestionándola de una manera adecuada, esta revolución cuántica hará posible un desarrollo regional y nacional más equitativo y sostenible, donde la vida digna sea una realidad para todos.