Cuando me acercaba a su municipio lo vi manejando una pequeña moto que contrastaba con su estatura. Conducía lento y su mirada además de fijarse en la carretera parecía distraerse por momentos, no sabemos en qué pensamientos. Es un líder social de la comunidad afrodescendiente con un reconocimiento que trasciende el ámbito local y se destaca en lo nacional. “Después de llegar a Ataco en 1987, me considero de estas tierras”, sentenció con firmeza, luego de aclararme que venía del Chocó.
En medio de un taller sobre iniciativas del pilar 8 del Pdet en plena reunión en una institución educativa, vi otro joven concentrado en su celular, su interés es lo comunitario. Quizás su formación en sociología es un potente factor que lo vincula con esta clase de dinámicas participativas. Conversando con él me refirió su trabajo en un proyecto de comunicación popular alrededor de un canal en redes sociales de nombre La Zaranda. Con este proyecto recorren el sur del Tolima informando sobre procesos sociales y comunitarios que habitualmente están alejados de los intereses de los grandes medios de comunicación.
En el mismo evento hacía presencia otra joven. Es activa, participa, propone y lidera las discusiones con sus grupos en el ejercicio de revisar iniciativas de reconciliación y convivencia para el municipio de Ataco. Tiene energía para dar y convidar. La escuché atento cuando me contó que como futura profesional en sociología quiere jalonar iniciativas artísticas y culturales como el Festival ExpresArte, según ella la mayor apuesta en construcción de paz que tiene el Sur del Tolima. La pretensión es arrebatar a niños, adolescentes y jóvenes a la guerra. De hecho ella es una de las promotoras de esta propuesta.
Cada una de las personas solo en este municipio contribuye a la construcción de paz. El líder afro habla de la necesidad expresa que la Agencia Nacional de Tierras – ANT–, les entregue tierra al Consejo Comunitario existente con 180 familias. Confía en que con la implementación del Acuerdo de Paz se cumpla el sueño y la esperanza de tener un sitio para producir. Refiere el cansancio que tienen los afros de vivir del barequeo en el río Saldaña.
Los jóvenes vinculados a iniciativas culturales y comunicativas problematizan su situación por la falta de oportunidades, sin embargo, junto con otros ven con optimismo las posibilidades que pueden surgir si se consolida la paz. Por ello, explican, están participando en este proyecto de Sosteniendo La Paz de la OIM, la Redprodepaz, Tolipaz y financiado por la cooperación coreana. Manifiestan que la paz no son solamente obras de infraestructura, que son vitales, sino también hay que apostarle a la estética como estrategia para avanzar en su consolidación.
Tres miradas, tres alternativas sociales que le apuestan a la participación como elemento fundamental en la construcción de la paz y en el sostenimiento de la misma. Por importante que sea el trabajo de las instituciones que trabajan con este propósito, es la gente del territorio quienes tienen la mayor responsabilidad de garantizar la estabilidad y la durabilidad de este objetivo superior.
Juntando los sueños y las acciones deliberadas de estos tres personajes y sus organizaciones, más otras de un colectivo de actores del territorio, será más fácil avanzar en la pretensión de aclimatar la reconciliación y la paz que tanto se necesita. En el colofón de este encuentro y escuchando estas voces, me quedé pensando en que hay con quienes construir ese anhelo, hay con quienes hacer posible una vida querida, digna, buena y bella para todos.