“…Respira hondo y no te distraigas, porque, tanto si estás listo como si no, el mañana ya está aquí”, es una de las muchas e inquietantes afirmaciones que se hacen en el último libro de Peter Diamandis titulado El futuro va más rápido de lo que crees.
Una lectura electrizante e intrigante de lo que se viene desarrollando en diferentes campos como la medicina, el transporte, los seguros, la alimentación, la agricultura y el entretenimiento, entre otros, combinando las tecnologías exponenciales y la convergencia de muchas de ellas para producir saltos disruptivos.
El libro inicia con una solución que se avizora al problema de la congestión vehicular en las grandes ciudades que genera pérdidas millonarias. La alternativa suena a ciencia ficción. Se trata de los coches voladores. Si, como los de los supersónicos, una caricatura de televisión de hace décadas. Se reseña la existencia de prototipos de grandes empresas alrededor de lo que llaman vehículo aéreo compartido, con despegue vertical y utilizando energías renovables. La apuesta de Uber Elevate es tener una flota de estos autos con costos mucho más económicos que los actuales a gasolina.
Las tecnologías exponenciales son aquellas que van duplicando sus capacidades y bajando de precio. Un ejemplo señalado es el de los circuitos integrados de los ordenadores, cada vez salen nuevos en menos tiempo y con mayor potencia. Estos nuevos ordenadores se usan para diseñar otros aún más rápidos que generan según el autor una retroalimentación positiva con mayor aceleración y menor costo. Una locura.
Cuando surge una innovación se crea un nuevo mercado que arrasa con el existente, a esto se le denomina innovación disruptiva. Con una sola tecnología exponencial se podría modificar productos, servicios y mercados. Tal es el caso de Netflix que engulló a Blockbuster con los videos de entretenimiento.
Diamandis nos propone un viaje alucinante por la inteligencia artificial, la robótica, la impresión en 3D, el blockchain y las velocidades de conexión globales cada vez más vertiginosas. Cada elemento transforma el sector donde se aplique. El impacto en pérdida de puestos de trabajo se plantea como una consecuencia de la llegada de estas oleadas y por lo tanto se hace un llamado a la reconversión necesaria de los trabajadores para el uso de estas nuevas tecnologías.
A pesar de señalar esta dificultad, el autor como un tecno-optimista plantea que: “…cada vez que una tecnología entra en su fase exponencial, enseguida descubrimos que nos ofrece una oportunidad de negocio en internet”. Aquí aparece la necesidad de una formación continua de los empleados, de una adaptación porque el resultado final es el aumento de los puestos de trabajo.
Con datos, el libro nos trata de demostrar que la aceleración tecnológica y la convergencia hacen parte de un viaje continuo hacia la abundancia. Los grandes problemas como las migraciones climáticas, las reubicaciones urbanas, las migraciones espaciales tienen en estos elementos señalados los instrumentos para su solución.
Más allá del debate entre tecno utópicos y los pesimistas que creen en la catástrofe ambiental como causa de la desaparición de la sociedad humana en el planeta, esta lectura nos provee de información actual sobre los grandes progresos de la ciencia y la tecnología. Sin duda, estas dan una mano, pero la solución no será mágica si no logramos el concurso de toda la sociedad en la búsqueda de alternativas para mejorar las crisis por la que atravesamos. Sigue siendo vigente y actual el pensar en una escala global y actuar localmente haciendo uso de los avances contemporáneos presentados por Diamandis. Para la muestra algunos ejemplos: 1) Reforestación con drones, 2) Reinvención de la agricultura, 3) Reinvención de la acuacultura, 4) Economía circular.