Decía hace una semana que en el Tolima adolecemos de procesos sociales serios sostenidos en el tiempo. Conste, hablo de procesos y no de proyectos con las comunidades. El aliento de las intervenciones con las organizaciones sociales cuando más duran, se realiza durante un año. Difícilmente en tan poco tiempo se pueden lograr transformaciones sustantivas. Ahora la moda es realizar eventos, muchos de ellos rimbombantes, con personas de los colectivos y con ello intentar saldar la participación que se demanda.
La democracia participativa real no es bien vista por los gobernantes casi sin excepción. Algunos teóricos señalan que la mayoría de ellos le temen a la democracia y prefieren gobernar sin participación ciudadana. El miedo es mayor cuando se habla de unas comunidades empoderadas discutiendo el presupuesto público y mucho más si la pretensión es que ellas jueguen un rol importante en la asignación del mismo. Ni hablemos de la actitud de los mandatarios cuando se promueven acciones relacionadas con el control social a la gestión realizada por ellos.
En Colombia hay regiones donde los procesos sociales se desarrollan durante mucho tiempo y eso permite el protagonismo comunitario con iniciativa y poder. El movimiento indígena en el Cauca es un gran referente. Comenzaron a organizarse en la década de los setenta del siglo pasado, han resistido toda clase de agresiones, estigmatizaciones y vejámenes, manteniéndose estoicos en el propósito de la lucha por la tierra, su cultura y autonomía. Con un gran apoyo de la cooperación internacional al inicio, se fueron consolidando en su organización hasta llegar a dar un salto cualitativo de actor social a actor político. Los resultados son un movimiento social fortalecido y espacios reales de poder conseguidos en concejos, asamblea, alcaldías y congreso de la república.
Reivindicaba en mi columna anterior la dinámica de 3 comunas en Ibagué, comprometidas con el impulso de la planeación participativa. Sacudieron el tablero de la participación con ejercicios apoyados por la Fundación Social. No se conformaron con iniciativas locales de formulación de planes comunales, sino que se articularon en un ámbito intercomunal para luego atreverse a promover una iniciativa popular como política pública creando el Sistema Municipal de Planeación y Presupuesto Participativo -SMPPP-.
Después de un proceso largo, continuo, serio y responsable lograron el Acuerdo 018 creando este sistema en el municipio. Lo más emblemático era que por primera vez tendríamos ejercicios de presupuestos participativos en todas las comunas y corregimientos soportados en que existirían planes comunales y corregimentales. Esta conquista ciudadana sin embargo no ha trascendido como se esperaba por la sencilla razón de que no ha habido voluntad política de los alcaldes sucesivos desde el 2011 fecha en la que fue aprobada.
Sostener una relación horizontal entre gobernantes y gobernados no es la opción de los mandatarios de la ciudad, es mejor mantener la subordinación de las comunidades y no permitir su fortalecimiento y empoderamiento, no vaya a ser que luego quieran asumir un mayor protagonismo. El SMPPP está ahí como acuerdo municipal y debe ser un instrumento para potenciar la participación ciudadana, no le tengamos miedo a la democracia participativa y confiemos en que nadie más que la gente de cada comuna y cada corregimiento sabe lo que le duele y necesita. Perdamos el miedo a promover espacios vinculantes entre la sociedad puesto que esto nos permitirá avanzar en el desarrollo y la paz entre todos nosotros.
Para que el esfuerzo de muchos líderes y lideresas no haya sido en vano, retomemos los ejercicios de presupuesto participativo como una forma de involucrar a las comunidades en la asignación de los recursos públicos. Esa es la invitación.