Por: Hugo Rincón González
Completamos un año desde que se presentó el primer caso de coronavirus en el país. Entre otras cosas sucedía el escándalo de la ñeñepolítica que quedó sepultado ante la arremetida feroz del virus que entró a copar todas las informaciones de los medios masivos; se estaban formulando en todas las entidades territoriales los planes de desarrollo municipales y departamentales que deberían recoger las propuestas de los programas de gobierno de los candidatos elegidos y de las comunidades que venían participando en su formulación.
En los municipios del sur del Tolima y en Líbano se venía promoviendo desde el año 2019 un trabajo sistemático, organizado sobre incidencia política apoyado por la cooperación internacional de la Unión Europa. Desde las organizaciones sociales y productivas de estas entidades territoriales se construyeron unas agendas ciudadanas que recogían las propuestas comunitarias en diferentes dimensiones. Hay iniciativas en: 1) gobernanza, 2) desarrollo humano integral, 3) territorio y ambiente, 4) educación y cultura, 5) convivencia y reconciliación.
Con estas agendas ciudadanas, sus promotores hicieron un ejercicio con los candidatos a alcaldías y gobernación en ese momento. Lograron que sus propuestas quedaran incorporadas en su gran mayoría en los programas de gobierno. Este resultado se obtuvo producto de varios foros convocados y realizados con los aspirantes a estos cargos de elección popular. Fue un ejercicio reconocido como un ejemplo de incidencia política desde la ciudadanía, debido a que era esta la que tomaba la iniciativa y no los candidatos con sus propuestas alejadas de la realidad.
Luego de las elecciones de octubre de 2019 y con los nuevos gobernantes elegidos, continuaba el proceso. La tarea en 2020, después de posesionados, era conseguir que esas propuestas presentes en los programas de gobierno se incluyeran en la formulación de los planes de desarrollo. Para esto las organizaciones sociales y productivas promotoras de las agendas, participaron en los talleres de construcción de cada plan y en estos eventos reivindicaban sus propuestas exigiendo que estas quedaran en estos documentos.
Antes del confinamiento por la pandemia fue emblemática la realización de un evento en la ciudad de Ibagué con asistentes de nueve municipios, para escuchar las propuestas de convivencia y reconciliación a ser tenidas en cuenta en el plan de desarrollo departamental. En este encuentro cada participante manifestó sus iniciativas y las mismas fueron recogidas por los responsables de la formulación del plan.
Este esfuerzo se reflejó en que un alto porcentaje de las agendas ciudadanas fueron asumidas en los planes de desarrollo, sin embargo, en 2020 por el impacto devastador de la pandemia, sus avances no fueron tangibles debido a que supuestamente la mayoría de los recursos públicos se invirtieron en la solución de este problema de salud pública.
Ya en 2021, las organizaciones sociales promotoras de las agendas ciudadanas vuelven a poner sus ojos en la ejecución de sus propuestas y como una manera de seguir en su trabajo de incidencia se proponen conformar veedurías al plan de desarrollo, concentrando su atención en sus aspiraciones.
La incidencia política como se observa en esta experiencia, es un proceso continuo que se trabaja en diferentes momentos. Arranca en la planeación participativa que permite la formulación de propuestas colectivas de interés común, sigue con la concertación para la inclusión en los programas de gobierno, luego en la formulación del plan de desarrollo y prosigue con la asignación de recursos del presupuesto público para la ejecución de proyectos.
Los ojos de la ciudadanía deben mantenerse alerta para que los sueños y anhelos que se recogen en estas agendas se vuelvan una realidad que transforme la situación problemática que se presenta.
Incidir políticamente en los planes de desarrollo debería ser una meta permanente de las comunidades para lograr que sus propuestas se realicen en los gobiernos que ellas ayudan a elegir. Ese es el camino.